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domingo, 16 de mayo de 2010

LA TUNA

Desde hace siglos la tuna es un punto de encuentro para todos los universitarios románticos y soñadores, amantes de la música, la diversión, de los buenos caldos y de la noche, que gustan de viajar, conocer mundo y nueva gente y rondar a la damas mas bellas del lugar. Porque la institución desenfadada y lúdica de la Tuna es el crisol de la tradición musical universitaria en España, totalmente apolítica y pluricultural, y absolutamente joven y jaracandosa

Esta tradición, que se transmite de generación en generación por los jóvenes estudiantes que ingresan en sus filas sucediéndose a si mismos, se sigue sirviendo de las canciones de siempre, poesías y de instrumentos como la bandurria, el laúd y la guitarra, y aunque ha perdido el fin primero de sustento económico del estudiante en cuestión, sigue manteniendo características innatas de siempre, heredadas de siglos anteriores y tunos predecesores: la interpretación de canciones populares con idénticos o parecidos instrumentos, el vestir con trajes de época, el derroche de simpatía y desenfado, repartiendo su alegría por facultades, calles y restaurantes, la inquietud de viajar casi sin dinero buscándose el sustento con sus habilidades aprendidas, el componente romántico que les lleva a rondar a una mujer, enamorándola con sus canciones de amor, luna y estrellas.

La historia de la Tuna es una evolución a la par de la universidad en España lo que hace de estas dos instituciones una simbiosis perfecta y sin la cual no tendría sentido la propia existencia de la institución de la Tuna.

Historia de la Tuna
En 1212, bajo el reinado de Alfonso VIII, se fundó en Palencia el primer “Studium generale”, precedente de lo que más tarde conoceremos como Universidades. A estos Estudios Generales y a los que sucesivamente se crearon, acudían jóvenes de toda condición social entre los que surgieron los “sopistas”, predecesores de los actuales tunos. Los “sopistas” eran estudiantes pobres, que con sus músicas, simpatía y picardías recorrían figones, conventos, calles y plazas, a cambio de un plato de sopa y de unas monedas que les ayudaban a costear sus estudios. Cuando anochecía, y sonaba la campana de queda o recogida, salían a rondar los balcones y enamorar a las féminas.

Recibían el nombre de “sopistas” porque de ellos se decía que vivían de la “sopa boba”, y siempre iban provistos de cuchara y tenedor de madera, que les permitían comer donde se les presentaba la ocasión. Cubiertos de madera que son en la actualidad símbolo de todas las Tunas Universitarias.

Era ésta la versión española de un fenómeno generalizado en toda Europa durante la Edad Media, que se conoció con el nombre de “Goliardos”, y que representaban la bohemia universitaria viviendo como juglares y trovadores. Pero la primera referencia escrita a los “sopistas” data del año 1300 y apareció en el “Liber constitutionem” de la Universidad de Lérida, donde se prohibía las rondas nocturnas de los escolares, y se condenaba a los rondadores a la pérdida de los instrumentos, pues rompían el silencio y descanso de la ciudad. También el fundador de Ciudad Real, Alfonso X el Sabio, se refiere en 1348 a los sopistas en “Las Partidas”. De la misma época es la obra “Razón de amor y denuestos del agua y el vino”. En ella se alude a las cintas de amor que prenden sobre la capa, por una de las cuales una dama reconoce al protagonista en la oscuridad de la noche.

El Arcipreste de Hita compuso más de diez pliegos de cantares “para escolares que andan nocherniegos e para muchos otros por puertas andariegos”, y en su “Libro de buen amor” hace referencia al carácter mendicante de estos estudiantes. Encontramos también muchas obras de relevantes literatos que han escrito sobre la Tuna, entre otros, Raimundo Lulio, Miguel de Cervantes, Benito Pérez Galdós y el barón de Davillier.

Pero fue en el siglo XVI cuando se formaron las tunas tal y como hoy las conocemos. Los “sopistas” se acogieron a la “Instrucción para bachilleres de pupilos” dictada en 1538, norma que ofrecía vivienda a los estudiantes que no podían costearla. Eran dirigidas por los estudiantes más antiguos, a los que se llamaba “bachilleres de pupilos”, pues además debían apoyar en sus estudios a los bobos o estudiantes nuevos. Estas casas eran habitadas mayoritariamente por “sopistas”, y nunca fueron ejemplo para el estudio serio, como vemos en “la vida del Pícaro Guzmán de Alfarache”. Estas casas fueron asimismo las precursores de los hoy en día denominados Colegios Mayores Universitarios y tiene el honor de ser considerado como la primera el salmantino Colegio Mayor San Bartolomé, aún abierto y en pleno funcionamiento.

Los pupilos que querían formar parte de las camadas “sopistas”, se convertían en sus escuderos a cambio de que les instruyeran en su arte, lo cual les permitía llevar una vida similar a la de los estudiantes ricos. Los nuevos eran el centro de las bromas en las correrías de sus maestros y, una vez terminado el pupilaje, el nuevo era admitido como uno más. En el libro “Historia de la vida del Buscón” de Quevedo, se hace referencia a estas costumbres que todavía hoy perduran.

Como muy bien expresa en sus “Crónicas de la Tuna” D. Emilio de la Cruz y Aguilar, “... A pesar del paso y cambio de los tiempos, los tunos siguen siendo viva credencial de la juventud de siempre... recorren rondando el mundo, cultivan los instrumentos populares, y practican un género de música entroncada directamente con las albadas medievales o los cantos escolares pobres...”. Resulta curioso lo dicho por Jiménez Catalán y Sinués y Urbiola, historiadores de la Universidad de Zaragoza: “... De estas comparsas de tunos y sopistas salieron hombres que gobernaron a España, y ocuparon puestos preeminentes en las letras, la política y el foro...”.
Herederos del mester de juglaría y de clerecía, fueron estudiantes cantores y tañedores de instrumentos musicales, a veces viajeros poetas, y siempre aventureros, eminentes personajes de nuestra Historia como Vicente Espinel, Torres Villarroel, Francisco de Quevedo o Blasco Ibáñez, y de tiempos más modernos Adolfo Suárez, Alfredo Krauss, García Candau, por citar unos pocos.

Vestimenta e instrumentos
A lo largo de la Historia, pocas son las instituciones que han mantenido tan fielmente sus costumbres y tradiciones como las Tunas de todo el mundo. El espíritu estudiantil ha ido pasando de generación en generación, desde los primeros “sopistas” que lograban sobrevivir gracias a su astucia y habilidad hasta la época actual, donde el sentimiento iniciático y enriquecedor de la Tuna en la vida universitaria está más vivo que nunca.

La “vestimenta” del tuno es, probablemente, uno de los elementos más representativos y tradicionales de la institución tunantesca. Con su característico color negro (color adoptado en honor a Felipe II en el siglo XVI), y su llamativo aspecto, ha permanecido invariable a través de los siglos, siendo similar al vestuario utilizado por los estudiantes de las primeras universidades españolas.
El “pájaro, grillo o cuervo”, que con todos estos nombres se le conoce (denomina entre los estudiantes) al traje de tuno en la actualidad, se compone de jubón (chaqueta corta), ceñidor, beca, camisa, calzas, bombachos o gregüescos sobre éstas, y zapatos o botas.

El “jubón” es una chaqueta ceñida al busto, que se viste sobre una camisa blanca cuyos puños y cuello son de gran tamaño, frecuentemente acabados en puntillas. En la cintura destacar el “ceñidor” que, vestido por encima del “jubón”, potencia la imagen gallarda del tuno. El “jubón” se cita documentalmente por vez primera en la Península Ibérica en 1377, y en el siglo XVI se generaliza como prenda ligera.
Como pantalones se utilizan “bombachos o gregüescos”, cortos, anchos, y ceñidos por la parte inferior. Los “gregüescos” o cervantinos son calzones muy anchos adornados con trusas, usado sobre todo en los siglos XVI y XVII. Las “calzas” son prendas que cubren el pie y la pierna hasta la cintura, usándose solas o bajo los “gregüescos”. Con los “bombachos” se utilizan medias calzas, o simplemente medias, que cubren sólo hasta media pierna.

La “beca” es la banda de color que se coloca sobre el pecho y los hombros, por encima del “jubón”. Antiguamente indicaba que su portador estaba becado por su universidad, y como becario se le hacía menos costosa la estancia. Los colores de la “beca” y el escudo que en ella figura bordado, identifican la Universidad y la Escuela o Facultad a la que pertenece el tuno. Es entregada al tuno por sus compañeros, cuando éstos consideran que ha alcanzado el grado de veterano.

Como nota curiosa señalar que antiguamente se diferenciaba entre veterano y novato según el color del traje, estando reservado el color negro (de uso habitual en los ropajes de ciudad) para los veteranos y el color pardo (de uso habitual en los ropajes del campesinado de la época) o marrón claro para los novatos, de donde nació el termino de “pardillo” como sinónimo de novato y que nada tiene de humillante, como se pretende. El cambio de color de la ropa significaba la adaptación al mundo trepidante y refinado de la ciudad respecto a los orígenes humildes y campesinos.

Respecto al calzado, solo decir que los puristas rechazan el uso de los zapatos con cordones para el traje de tuno, y, profundizando un poco más en la historia, solo admiten en ellos como adorno una hebilla a juego con la que tenga el ceñidor.
Otra prenda importante en la indumentaria del tuno es la “capa”, larga y suelta, sin mangas, y abierta por delante. Además de fiel protectora del tuno en sus noches de frío, la capa representa dos de sus características fundamentales: la de viajero infatigable, y la de galán empedernido. Sobre ella, en su parte anterior, se exhiben los escudos como recuerdos de lugares, villas, ciudades, países, momentos y gentes que el tuno, en su afán viajero, característica intrínseca del mester tunantesco, deja atrás, con el sabor agridulce de todo momento feliz pasado, y a su espalda muestra las cintas multicolores de féminas (madres, novias, amigas) que así le muestran su afecto o amor: “... Cada cinta que adorna su capa guarda un trocito de corazón”. El único color de cinta reservado es el blanco que indica que la cinta referida es de la madre de tuno que la luce.

En la Tuna se tañen principalmente instrumentos de cuerda o también denominados instrumentos de pulso y púa, entre los que tenemos los siguientes instrumentos básicos: la guitarra, el laúd y la bandurria. Pero no podemos olvidar acaso el más característico: la pandereta, que lucida con gallardía, el tuno que la toca, es capaz de mantener el ritmo a la vez que realiza complicadas pruebas gimnásticas, lo que en el argot tunantesco se denomina como “bailar la pandereta”. Dentro de la familia del instrumento de la pandereta hay una gran subdivisión dependiendo del tamaño de esta. La pandereta más grande se denomina “pandero” y la de menor tamaño “parche”, que es la pandereta idónea para manejar y bailarla. También se utilizan otros instrumentos que le confieren a la Tuna una riqueza especial, y son el resultado de la fusión con la cultura de muchos pueblos, como son el guitarrón, el contrabajo .el timple canario, el cuatro venezolano, el charango, violín, bandolina... etc. Ocasionalmente también son utilizados instrumentos de viento como por ejemplo diferentes tipos de flautas, la quena, trompetas (estas sobre todo en tunas mejicanas), y sobre todo mucha percusión que suelen acompañar a la pandereta marcando el ritmo como son las claves, huevos, bongos, maracas...
Otra importante costumbre heredada del medioevo es la importancia, respeto y amor profesado a su estandarte o insignia, representada por la bandera de la Tuna. Se la adorna con cintas relevantes de algún honor recibido por la Tuna en general, y también
bailarla en certámenes pudiendo acceder a premios de gran reconocimiento. Lo ortodoxo es que ella no pueda o deba tocar el suelo, a menos que se trate de suelo santo, que es donde haya enterrado alguna persona o algún recinto sagrado religioso cristiano. Aunque esta norma no se suele cumplir lógicamente con tanta seriedad como en el ejercito o demás instituciones que hacen gala asimismo de un estandarte y de dicha
tradición medieval, si que es motivo de deducción de puntos en certámenes para la elección del premio al mejor bandera. La tradición tunantesca determina la bandera de Tuna en su forma y colores: en su anverso el fondo deben tener del color de la beca que use la Tuna y aparecer el escudo que este bordada en ella (en la beca), y en la parte posterior el color y escudo usado por la Universidad a la que pertenece.

Bandera nueva: reverso y anverso con los escudos y colores reglamentarios.
Otra característica intrínseca de la Tuna es la utilización de motes oficiales entre sus miembros. Los motes se suelen utilizar en grupos sociales de gran cohesión y contacto, y normalmente definen una cualidad o defecto que determina a una de las personas.
A pesar de la españolidad del fenómeno, también existen tunas fuera de España: Portugal, Holanda, Irlanda, Alemania, Inglaterra, Francia, Colombia, Perú, Méjico, Puerto Rico, Uruguay, Chile, Bolivia, Venezuela... Su repertorio, aparte de lo escrito expresamente para ellas, se nutre del folclore español e hispanoamericano, logrando adaptar canciones ajenas al folclore, como piezas de música clásica o temas modernos, que en sus voces e instrumentos resuenan de forma diferente.

Actividades realizadas por la tuna:


Además de Rondas, viajes, certámenes, contratos y Patrioticas,de las que hemos decidido crear un apartado exclusivo para cada una de estas actividades dada su importancia, existen otros que haceres de la vida estudiantil y tunantesca no menos importantes, como son:
Pasacalles: consiste en pasear cantando y tocando en formación de varias filas por las calles de una ciudad. Las filas se pueden cruzar y realizar diferentes figuras y coreografías, siempre sin dejar de tocar y cantar piezas instrumentales de ritmo de pasacalles o pasodobles adecuados para la ocasión.

Pasaclases: una de las formas de captar nuevos miembros para la Tuna es el tradicional pasaclases (también llamado rompeclases), que se suele realizar a principio de curso. Consiste en entrar de improvisto en las aulas en medio de una hora de clase y presentarse y animar a los estudiantes que se encontraban atendiendo las explicaciones del profesor, a ingresar en la Tuna.

Exámenes de pardillo: es un examen público en el cual el novato demuestra sus habilidades musicales y de comportamiento, y la Tuna juzga si esta maduro y preparado para convertirse en tuno y poder representar dignamente a su Universidad en las ocasiones que fuera necesario.

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